Sacerdote lanza un grito por los que sufren violencia en la sociedad dominicana

“Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado?. Es la cuarta palabra del Sermón de las Siete Palabras que este Viernes Santos le tocó pronunciar al  Padre Luis Rodríguez Simé, vicario adjunto de la Pastoral de Santo Domingo.

A través de ella, el sacerdote reparó en los momentos que llevan a la sociedad, sobretodo la dominicana, a repetir la misma frase de Jesucristo en la cruz.

“Se podría pensar que había perdido la confianza y atisbo de esperanza, pero no, Cristo no lo pronunció como un grito de desolación, de sentimiento de abandono o como expresión de desvalimiento humano y espiritual. Esas palabras fueron un auténtico canto de confianza y esperanza en Dios”.

Pero también esas palabras fueron dichas para dejar constancia del sufrimiento,  del momento más crucial de la vida de Jesús, igual que muchos dominicanos cuando deben enfrentarse a la violencia, una que le llega desde sus círculos cercanos y hasta de los uniformados.

“Hoy, en este Viernes Santo, quiero con Jesús, lanzar mi grito al ciedo: Dios mio, Dios mio ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué me has abandonado, cuando en las calles de República Dominicana tenemos que andar con miedo hasta de quienes están uniformados,  cuando muchos en República Dominicano solo quieren ganarse la vida fácil, desde la extorsión, el narcotráfico, cuando muchos son condenados injustamente, y los que merecen condenas, parece que son extraños a la ley”.

Rodríguez Simé también alzó su grito porque la violencia en el país es una realidad que desonestamente empieza por la autoridades, pero la desconocen y no se quieren hacer responsable. Porque la muerte y el luto siguen desfigurando el rotro de las familias dominicanas. Cuando las mujeres lloran a sus condenamos, a  las víctimas de todo tipo de violenca, “pues hasta en el seno familiar aparecen depredadores y criminales, cuyas víctimas son sus propia gentes, su propia sangre, su propia pareja”.

También cuando las madres lloran al ver a sus hijos sin horizonte, cuando años van y vienen y no se ven mejoras en la educación y na hacen falta estudios para ver el atraso cultural y conductural de la sociedad, con cuidadanos que no respetan la Ley.

“Cuando el descalabro moral y etico de la sociedad nos pone a lidiar a diario con la vergüenza que representa para nuestra nacion tantos males que son muestra de la falta de autoridad: manejo temerario, desorden vial, mal uso del espacio publico, delincuencia común, crimen organizado, bandalismo, violencia de la propiedad privada … un pueblo condenado a migajas sociaels, a vivir de modo marginal”, continuó el sacerdote.

Deshonestidad

“Hoy quiero unirse a tantos que en la República Dominicana lanzan el mismo grito de angustia que Jesús en la cruz. Porque vivimos en una soiedad desonesta, donde los valores del Reyno, no son el modelo para la gran mayoria de nuestra sociedad dominicana, empezando por quienes nos dirigen y nos gobierna y dirigen los destinos de nuestra nación”, proclamó Rodríguez Simé.

Igual de mortal –dijo- es el gripo de aquellos que ven las prácticas alejada de la justicia cuando no se honra con la verdad, de la realidad, los compromisos y obligaciones o cuando la propia concienca ha cedidio a la opinión ajena y a terceros.

“Hoy es más fácil comunicarnos desde los antivalores que desde los valores del Reyno, parece ser que ese es el lenguaje que se entiende con mejor facilidad y parece que se entienden mejor con los demás, cuando son injustos, deshonestos, siendo ladrón que siendo una persona honrada, siendo delincuente que siendo serio”.

El religioso tambien se preguntó el origen de tantos males sociales e injusticia, respondiéndose a sí mismo que vienen desde el corazón de las propias personas y, a ellas, les invita a que vean en Jesús el ejemploy sepan que el Señor no les abandona.

“Dios no nos abandona, solo nosotros nos alejamos de él y nos sentimos abandonados y forjamos un ambiente injusto, desonesto, donde no se respeta a la otra persona”.

“En este año de honestidad, pensemos en tantas familias que asumen para sí, la carga de los extravíos de los suyos, para honrar la familia y acompañar a los suyos en los momentos más sombrios de sus vidas, sin avergonzarse ni escandalizarse,  tomando el trago amargo del viacrusis existensial que les toca”.

Luego pidió a la virgen María que acompañe al pueblo en la tarea de no abandonar al Señor, y le conceda la gracia de ser sus hijos y de ser justos, honestos, sinceros, tomando conciencia que la honestidad que empieza por la relación honesta con Dios. “Que seamos buenos cristianos y honestos ciudadanos”.