CULTURA VIVA  “El fabulista principiante”

 

Por Lincoln López

            A José Núñez de Cáceres (1772-1846) se le recuerda más por ser líder de las luchas independentistas en nuestro país contra España en 1821 que por su importante producción literaria, en particular, la Fábula. Además de fabulista fue presidente del gobierno provisional, abogado, escritor, impresor, periodista y fundador de los periódicos El Duende, El Relámpago y El Telégrafo de Santo Domingo, catedrático y rector de la Universidad Santo Tomás de Aquino y tesorero de la Hacienda Pública.

Trabajó en Cuba así como en Maracaibo, Venezuela en donde  ejerció el periodismo y finalmente se estableció en México en donde fue designado Fiscal de la Corte Suprema de Justicia y declarado Ciudadano Ilustre de Tamaulipas, y en la nación de Benito Juárez falleció en el mes de septiembre.

Utilizaba para sus escritos literarios el seudónimo: El fabulista principiante. Es considerado por el historiador Enrique Anderson Imbert “como uno de los primeros autores criollos de fábulas de Hispanoamérica” consignado en su antología Historia de la Literatura Hispanoamericana.  La escritora Bethania Ortega afirma que fue “un pionero del uso de la literatura social y la política anticolonial”.

José Núñez de Cáceres tenía un concepto claro sobre la sobre la fábula. Esto lo evidencia el siguiente fragmento de la carta que publicara en El Duende el 3 de junio de 1821. Dice así: “Ni otra cosa en las fábulas se busca, que corregir los vicios de los hombres, y que el sutil ingenio obras produzca. Al cabo de veinte siglos vengo yo a repetir la misma protesta a precaución de cualquiera maligna inteligencia que se pretenda dar a mis apólogos, porque estoy en ánimo de no dejar el trato familiar de los animales, y de sacar a luz cuanto descubra en ellos pueda instruir o deleitar a mis compatriotas.”

Presento a continuación una de sus fábulas:

            El Abejarrón y la Abeja

            Con mucho afán y gran zumbido un día

iba un Abejarrón picando flores

a tiempo que venía

a coger materiales una Abeja

para hacer sus labores.

De ello el Abejarrón le forma queja,

y haciéndole parar en su carrera,

enfadado de habló de esta manera:

“Cansado estoy de oír tus alabanzas

que yo no sé por qué te las tributan

todas son desconfianzas,

y misterios ocultos de tu obra:

Si los bienes y males se computan,

parejas van las cargas, nada sobra,

y si das miel y cera en tus panales,

también das picaduras infernales”.

Querido, nuestra Abeja le responde

usted tiene razón, pero yo doy

la utilidad que dar me corresponde,

y aunque imperfecta soy,

por una picadura hago mil bienes;

en nada de esto tienes,

las flores sin provecho

destrozas, los maderos despedazas,

y por mi dardo estrecho,

tú encajas donde puedes dos tenazas.

¿Y no es modo de pensar muy recto,

que el que es útil y tiene habilidades

tal cual es se perdona su defecto?

Pero si son sus gracias falsedades,

calumnia, robo y vicio sobre vicio,

¿Habrá lugar al mismo beneficio?

Si el parecer alguno contradice

téngalas con la Abeja que lo dice.

 

Moraleja: trata de demostrarnos el cómo los hombres somos intolerables ante los defectos de los demás y se valen de ellos para humillar, pero no se dan cuenta de que las virtudes, aunque pocas, son las que ayudan a construir una sociedad mejor.