Pekín .- Las tareas de búsqueda y rescate continúan en medio de bajas temperaturas mientras comienzan a llegar ayuda y equipos de refuerzo al noroeste de China para asistir a los damnificados del terremoto que afectó a las provincias de Gansu y Qinghai.
En las últimas horas el número de víctimas notificado por las autoridades se ha mantenido estable en 127 (113 en Gansu y 14 en Qinghai) y los heridos suman al menos 734 personas, a los que se añaden en torno a 20 desaparecidos.
El sismo se produjo en la frontera entre las dos citadas provincias, con una magnitud de 6,2 grados, y afectó especialmente al condado de Jishisan, en Gansu, y a la ciudad de Haidong, en la vecina Qinghai,
Según un análisis preliminar del Centro de Redes Sismólógicas de China, el epicentro se situó en la zona noreste de la meseta tibetana, un área sísmica que sufre con frecuencia terremotos debido a su cercanía al lugar donde friccionan las placas tectónicas de Asia y la India, en el Himalaya.
Los rescatistas se enfrentan a una ola de frío con temperaturas de hasta 14 grados bajo cero, por lo que trabajan a contrarreloj en la búsqueda de supervivientes, a lo que se unen las dificultades de acceso al terreno, una zona agreste y montañosa.
Mientras, algunos de los servicios básicos afectados han comenzado a restablecerse: en Jishisan se encuentran operativas 279 de las 314 estaciones de telecomunicaciones existentes y el 88 % de los hogares ha recuperado el suministro eléctrico, recoge la agencia oficial Xinhua.
El movimiento telúrico dañó o provocó el derrumbe de más de 155.000 viviendas y afectó inicialmente a los servicios de agua, energía, telecomunicaciones y transportes.