Pese a la situación de ingobernabilidad, miseria rampante y violencia, los haitianos han logrado atrincherarse en una posición cada vez más consensuada sobre lo que entiende es su derecho a utilizar las aguas transfronterizas del río Masacre, que nace y desemboca en territorio dominicano.
En una sorprendente identificación en torno al tema, autoridades, pueblo común, la élite académica y el gobierno de facto han plantado cara a la República Dominicana y hecho caso omiso a las advertencias y medidas del lado oriental de la frontera.
Más que disminuir, las diferencias se han enraizado y el gobierno dominicano enfrenta una situación posible de mutar en un conflicto intrarregional del que, dadas las características de pobreza y alienación de Haití de cara a la comunidad global, difícilmente República Dominicana salga bien parada. De antemano y así lo indica la experiencia diplomática dominicana en los últimos años, las simpatías internacionales están del lado haitiano.
Aparte de las posiciones públicas del gobierno haitiano, el profesor Maismy-Mary Fleurant, de la Universidad Pública del Nordeste establecida en Fort Liberté, es quien mejor ha explicado la posición de su país a la luz del derecho internacional.