Por Lincoln López
Fue un destacado pensador, escritor y economista español, conocido en el mundo sencillamente como Sampedro. José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1917-Madrid, 2013), es recordado en su mes aniversario por sus características polifacéticas, pues aparte de sus obras sobre economía, cultivó el ensayo, el cuento y la novela, y también destacó como autor teatral.
Reconocido en España con la Orden de las Artes y las letras en 2010, por “su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo”; con estas palabras justificó el Consejo de Ministros el título otorgado. Recibió el Doctorado Honoris Causa por las Universidades españolas de Sevilla y Alcalá. Recibió, también, el Premio Nacional de las Letras Españolas, y la Medalla de la Orden de Carlomagno, ambos en el 2011; en 2014 se le concedió el Premio Internacional Humanismo Solidario “Erasmo de Rotterdam”.
Entre los ideales a que aspiró en su vida, el primero es el de la libertad. Decía que “sin libertad lo que vivo no es mi vida, sino la que me imponen”. Por ella luchó sin descanso. Sampedro se refirió a ella como “un cofre” que incluía dentro todas las otras libertades: la personal, la de pensamiento; y para tener un pensamiento libre hay que previamente educarse. La libertad está conectada a la educación, que a su vez, debe ser concebida como otro ideal.
Sampedro expresaba sobre el problema de la educación estriba en que nos educan para “ser productores y consumidores, para ser súbditos”, y así no se puede tener pensamiento propio; “si se tiene pensamiento propio se puede subsistir una vez cubiertas las necesidades básicas”. Libertad y educación deben expresarse y comprometerse contra las injusticias sociales.
Vivir la vida con dignidad es otro ideal de este pensador. Consideraba un deber vivir la vida y con valores. Sin embargo, cuando las injusticias económicas turban la vida del ser humano… muchos se desvían hacia el dinero como bien supremo; esta situación nos conducirá a una catástrofe mundial. El profesor Sampedro propugnaba por el regreso a la simplicidad de vida, rechazando el consumismo desbordado que ha llevado a la humanidad hacia el caos. Este problema solo podría solucionarse “si cambiasen las ideas, los valores y los objetivos vitales de la sociedad; ese remedio debe emanar desde la base misma de la cultura y la educación”.
Otro tema de reflexión de Sampedro era el religioso. Decía: “La Iglesia promueve el razonamiento al revés, primero se cree y luego se razona, en contraposición al hombre libre, que primero razona y luego cree. Por eso es que en casos de tribulación y tormento del ser humano, la solución “no está en la religión”, esto así porque la religión acaba con el pensamiento libre, argumentando que la enseñanza religiosa crea un pensamiento dogmático.
Continua su reflexión Sampedro expresando que “alcanzamos el ideal del pensamiento libre cuando vivimos una vida vivida con dignidad y en libertad y educada y sin las trabas dogmáticas de la religión”. Sin el pensamiento libre, tampoco habrá ciudadanía consciente ni verdadera democracia. Sampedro criticó con dureza la opresión de los sistemas políticos y sociales actuales; consideraba que la democracia debería ser reinventada, para darle de verdad el poder al pueblo.
El profesor Sampedro luchó por otros ideales que por falta de espacio no vamos a destacar en esta columna; sin embargo, no podemos dejar de mencionar el ideal de la rebeldía. Consideraba que la misma no era exclusiva de la juventud sino de todos los seres humanos. Sería necesario, por tanto, “universalizar la rebeldía, los jóvenes radicalizándola, y los mayores, razonándola en contra de los dementes que dirigen las sociedades humanas”.