Ya son 92 años desde que el huracán San Zenón arrasó en República Dominicana el 3 de septiembre de 1930, el cual cobró unas 2,000 vidas humanas.
San Zenón está considerado como uno de los huracanes que más destrucción ha causado. Su ojo pasó justo por encima de la capital dominicana, que en aquel entonces tenía unos 70,000 habitantes, según el Archivo General de la Nación.
La mayoría de las edificaciones eran precarias, de madera y se encontraban fuera del centro colonial de la ciudad. Aquellos edificios que eran construidos de piedra resistieron mejor los vientos.
Sin embargo, la población salió a la calle tras la primera embestida del fenómeno, creyendo que el ciclón ya había pasado de largo cuando, en realidad, era su centro, en calma, lo que estaba sobre la ciudad.
Lo peor llegó después. Mucha gente murió víctima de golpes de objetos arrastrados por los fuertes vientos de San Zenón y otros fallecieron como consecuencia de las inundaciones, según testimonios de supervivientes.
Las víctimas fueron quemadas y enterradas en una fosa común en la entonces conocida como plaza Colombina, hoy plaza Eugenio María de Hostos, por disposición de Rafael Leónidas Trujillo, llegado al mando dos semanas antes de la tragedia.
Después de San Zenón no ha habido ningún huracán que haya generado ese nivel de devastación, ni siquiera el ciclón David, en 1979, o el Georges, en 1998, porque el país estaba mejor preparado para afrontar este tipo de desastres y, en ambos casos, el número de víctimas fue menor, aunque sus efectos también fueron terribles.
El primer fenómeno meteorológico documentado que afectó gravemente a la isla La Española (que comparten República Dominicana y Haití) está fechado en 1495, época en la que los conquistadores habían erigido La Isabela, primera ciudad española del nuevo mundo, que quedó totalmente destruida.
El cronista italiano Pedro Mártir de Anglería (1457-1526) describió que hubo inaudito torbellino, que levantaba hasta el cielo rápidos remolinos, que conmovía las raíces de los más grandes árboles y los volcaba (…) Y dicen que aquel año entró el mar tierra adentro más de lo acostumbrado, y que se levantó más de un codo.
Los huracanes más destructivos se vienen produciendo, precisamente, en el mes de septiembre, que acumula el 34 % de las tormentas de la temporada ciclónica (junio-noviembre), un 39 % de los huracanes y un 47 % de los huracanes poderosos desde que existen registros.