La devoción a la Virgen de las Mercedes en el mundo católico tiene su origen el 1 de agosto de 1218, cuando se les aparece al mismo tiempo, pero en diferentes lugares, a san Pedro Nolasco, que sería posteriormente el fundador de la orden de los mercedarios, al rey Jaime I de Aragón, El Conquistador y al fraile dominico, san Raymundo Peñafort.
Ya en América Juan Infante, un fraile mercedario confesor de Cristóbal Colón decide levantar en el Santo Cerro una rústica capilla en la que se comienza a venerar a la Virgen de las Mercedes hasta nuestros días.
Tras la declaración de la independencia dominicana en 1844 la Virgen de las Mercedes se convierte en “Patrona de la República Dominicana” y su festividad se celebra el 24 de septiembre.
Para un pueblo enraizado en la fe católica como el nuestro, esta celebración es importante porque siempre, ante las grandes dificultades, una mayoría se encomienda a la Virgen, pide su mediación ante el altísimo para sobrellevar cualquier problema y le agradecen por los favores concedidos a los creyentes.
La fiesta de la Virgen de las Mercedes debiera ser propicia para que los católicos se tomen ese día no como un simple feriado cimarrón sino más bien para reflexionar sobre el momento especial que vive el país.
Hay un gobierno que acaba de comenzar su segundo mandato, que empieza a tomar medidas que en cierta manera modifican la estructura del Estado, y con el desafío que se le plantea a la sociedad con el proyecto de reforma constitucional, temas a los que todos deberíamos estar atentos, porque es el futuro institucional de la nación lo que depende de esto. Asimismo, asoma una reforma fiscal con todo lo que de ella se deriva para el bolsillo del contribuyente.
Pero además, el año que transcurre entra también en una etapa de aparente aceleración, se avecina un tiempo para balances personales, de proyectos empezados y otros por comenzar.
Quizás los que profesan esta fe debieran pedirle a la Virgen de las Mercedes que ilumine las mentes de los responsables de tomar decisiones, aquí y en el resto del mundo, para que sean conscientes de que el progreso se construye con la paz y no con la guerra.