Los Ángeles (EE.UU.),…. Miles de familias inmigrantes viven en la clandestinidad este Día de la Independencia, cuando actividades tan cotidianas como salir a comprar, atender un negocio o lavar la ropa se convierten en actos de riesgo que jóvenes nacidos en EE.UU. han tenido que asumir para proteger a sus madres de las redadas migratorias.
“Mi hijo me pregunta cómo vamos a celebrar el 4 de julio, pero yo le digo que no podemos hacer nada. Están diciendo que la migra estará por todos los parques”, cuenta a EFE Lennimar Rivas, una madre venezolana de tres hijos estadounidenses.
Rivas teme salir de su casa desde el pasado 12 de junio, cuando el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) le notificó la terminación del permiso humanitario que la protegía de la deportación y la instaba a autodeportarse.
Ese sentimiento, el temor se extiende a comunidades enteras, como Boyle Heights, El Sereno y Huntington Park, de fuerte presencia latina, que han decidido posponer las celebraciones del 4 de julio que cada año organizan con entusiasmo, debido al clima de zozobra se vive en sus vecindarios desde el inicio del operativo migratorio en Los Ángeles, el pasado 6 de junio.
Rivas ha tenido que apoyarse en Wyatt, su hijo menor de 14 años, para poder continuar su vida. El joven, aplicado en la escuela y líder de un club de ajedrez, es ahora quien sale a hacer las compras, lavar la ropa y realizar los mandados que su madre ha dejado de hacer por miedo a ser arrestada.