No es verdad que esta sociedad se derrumbó. Que no hay salida y que las esperanzas de un mundo mejor se esfumaron. Jamás adoptemos esta actitud derrotista. Nunca olvidemos que el bien no hace ruido, y que es mucho más la luz que la oscuridad.
Es cierto que hoy tenemos que nadar más fuerte contra una corriente de pensamiento y acción que parecen gozarse en el mal. Que la multiplicación de los signos de muerte crece cada día más, pero hagamos la diferencia y notaremos el cambio.
Comencemos siendo mejores ciudadanos. Reclamemos nuestros derechos, pero sin olvidar los deberes.
Que los funcionarios públicos entiendan que su misión es servir y no lucrarse con los bienes del Estado.
Que los empresarios y comerciantes lleven sus cuentas con transparencia con relación a los impuestos que deben pagar al Estado. Que la clase política sea honesta y no haga una piñata de los bienes que pertenecen al pueblo.
Que militares y policías no defrauden la confianza que la población ha depositado en ellos. Que su conducta engrandezca la Patria.
Que nuestros jóvenes no pierdan sus días vegetando y destruyendo sus vidas.
Que los cristianos seamos estandartes de solidaridad y compromiso con los más necesitados. Que jamás seamos piedras de escándalo para tantas personas sedientas de Dios y que muchas veces los alejamos con nuestra forma de actuar.
Que en este tiempo de Cuaresma, y siempre, hagamos la diferencia en cuanto al servicio y la entrega, siendo propulsores de un mensaje transformador y liberador de tantas ataduras que impiden tener una sociedad más justa y fraterna.