Puerto Príncipe, .- «A veces, cuando no encuentro la comida que se distribuye, me quedo sin nada», lamenta Fleuranta Cilné durante un reparto de alimentos en Petite Rivière de l’Artibonite, una localidad del centro de Haití conocida por sus arrozales y otros comestibles, pero donde el terror de las bandas armadas ha dejado a miles de personas sin alimentos.

Entre el ruido y los empujones, e incluso los gritos de los niños, la tensión está en su punto álgido en este puesto donde se distribuye arroz pegajoso con salsa de carne.
«Es la situación del país la que me lleva a venir aquí a buscar comida, pero también la falta de medios económicos», cuenta Cilné quien anteriormente vivía en el municipio de Verretes, de donde fue expulsada por las bandas armadas que controlan la región.
Es una zona azotada por la violencia donde las cicatrices son visibles: restos de casas destruidas, otras incendiadas. En los lugares de distribución de alimentos la gente se agolpa para acceder al espacio. Son jóvenes, niños y adultos, provistos de platos y recipientes.
Al menos 5,7 millones de haitianos se enfrentan a problemas de acceso a la alimentación, según la Coordinación Nacional de Seguridad Alimentaria (CNSA), que habla de un «récord histórico».
Una situación que no deja de deteriorarse debido al desempleo, la inflación y el control de las principales carreteras por parte de las bandas criminales.