Puerto Príncipe.- La capital de Haití y varias ciudades de provincia se encuentran en aparente calma tras las intensas y multitudinarias manifestaciones antigubernamentales, que dejaron seis muertos, para pedir la dimisión del primer ministro Ariel Henry.
Los violentos sucesos, en los que además al menos una docena de personas resultaron heridas, han sido condenados por diferentes sectores, entre ellos la Conferencia Episcopal de Haití (CEH), que pidió este jueves a las autoridades «poner fin inmediatamente al sufrimiento del pueblo».
Los obispos llamaron a Henry a actuar ante la gravedad de la situación y tomar «una sabia decisión» por el bien de toda la nación, «cuyos cimientos están seriamente amenazados», afirmaron.
«Ya se ha derramado suficiente sangre y lágrimas con los asesinatos, secuestros y violaciones perpetrados en los últimos tres años. ¡Ya estamos hartos! Cierren el grifo de la sangre y dejen de contar los muertos», afirmó la CEH en una nota, en la que describió los actuales momentos como «horas de miedo y de angustia».
Por último, el episcopado llamó a los haitianos «a no caer en la trampa de la violencia y de las luchas fratricidas».
En tanto, la Oficina de Protección al Ciudadano (OPC), una institución que vigila los derechos humanos, exigió una investigación exhaustiva sobre las circunstancias de la muerte violentas el miércoles de cinco agentes de la BSAP en Haití, una nueva entidad armada sobre la que las autoridades han perdido completamente el control.
La OPC reclamó una comisión de investigación independiente «para determinar las circunstancias de estos asesinatos y establecer los posibles grados de responsabilidad».
En un comunicado, la organización también condenó las agresiones a trabajadores de la prensa, tres de los cuales resultaron heridos de bala en medio de las manifestaciones.
Tras lo hechos de ayer, Henry, que debía concluir el miércoles su mandato según un acuerdo político de 2022, pronunció un discurso a la nación en el que, sin embargo, no se refirió a los reclamos de su dimisión.
El primer ministro se comprometió a celebrar elecciones pero cuando la situación de seguridad en Haití lo permita, porque «una transición no puede llevar a otra transición», y reconoció que el pueblo haitiano «necesita paz, seguridad, empleo, poder circular libremente por el país para ocuparse de sus asuntos y que sus hijos puedan ir a la escuela en paz porque eso es lo que les garantiza un futuro».