La devoción por la Virgen de la Altagracia trasciende la frontera dominicana y, por diversas motivaciones, extranjeros la asumen como una de sus advocaciones favoritas que se manifiesta cada 21 de enero con peregrinaciones a su santuario de Higüey, provincia La Altagracia.
Este martes miles de dominicanos y extranjeros acuden a la Basílica a venerar a la madre de Dios, algunos a “agradecer favores recibidos”, en sacrificio por mejoría de la salud, la economía, por la solución de problemas familiares o simplemente por tradición o costumbre que se transmite de generación en generación.
Haitianos, puertorriqueños, arubeños, curazoleños, españoles, estadounidenses y de otras nacionalidades tienen por costumbre acudir al santuario construido durante 17 años e inaugurado por el entonces presidente Joaquín Balaguer, devoto de la virgen, el 21 de enero de 1971 bajo el mandato del primer obispo de la diócesis, monseñor Juan Félix Pepén, fallecido en julio de 2007.
También muchos devotos prenden velas y velones en un área dedicada a esos fines en el lado izquierdo de la catedral Nuestra Señora de la Altagracia. Se da un sincretismo entre los devotos tradicionales católicos y los de creencia mágico popular
A la cita también acuden los presidentes y sus funcionarios más cercanos que, con fe o sin ella, son parte del ritual de cada 21 de enero. El obispo de la diócesis encabeza la misa principal, pero durante todo el día se celebran otras eucaristía, incluso una en creole para los devotos haitianos que acuden en grandes cantidades al santuario.