En las últimas semanas los hechos delictivos han aumentado en nuestro país. No es un asunto de percepción, es la realidad. Sabemos del esfuerzo que hacen las autoridades para frenar este fenómeno social. Pero creemos que es urgente y necesario aplicar nuevas medidas para detener la frecuencia de estos actos que tanto daño le están haciendo a la imagen del país.
No hay que hacer grandes investigaciones para hacerle frente a este mal que nos abate. La mejor manera para enfrentar esta campaña de descrédito, a veces interesada, es demostrando con hechos que todavía seguimos siendo uno de los destinos más seguros para nuestros visitantes, si nos comparamos con la mayoría de los países del área.
Una de las medidas que frenaría la ola de robos y atracos que afecta a tantos dominicanos, es desarmar a tantos civiles que de forma ilegal poseen un arma. Es asombroso observar la cantidad de jóvenes armados que las utilizan para matar a quienes se resisten a sus fechorías. ¿Dónde adquieren estas armas, cómo las consiguen?
Nuestras autoridades, encargadas de velar por el orden y la seguridad ciudadana, deben dar respuesta a estas inquietudes que salen del corazón herido de tantos dominicanos que ven cómo la paz social la están secuestrando.
Todavía estamos a tiempo de evitar que nuestros campos, barrios y pueblos sean tierra de nadie, y de sálvese quien pueda.