Este viernes se cumplen 20 años del desastroso terremoto magnitud 6,5 que tuvo su epicentro en San Felipe, Puerto Plata y que fue la punta de lanza para que las autoridades comenzaran a preocuparse por la resistencia de las edificaciones ante fenómenos naturales.
La tierra tembló fuertemente mientras los puertoplateños dormían. El reloj marcó las 12:45 de la medianoche del 22 de septiembre de 2003, el remeneón duró 45 segundos, tiempo que fue suficiente para convertir en escombros instituciones públicas, escuelas, empresas, iglesias, residencias y otras edificaciones importantes de la provincia.
El fuerte tuvo 59 réplicas y ocasionó la muerte de una persona en Puerto Plata y dos en San Francisco de Macorís, además, decenas de personas resultaron heridas, refieren reseñas de la época.
Solo en el municipio cabecera San Felipe, unas 47 viviendas sufrieron daños:10 colapsaron, dos escuelas colapsaron y tres más sufrieron daños estructurales, cinco oficinas públicas sufrieron daños estructurales y una sexta colapsó, refiere un informe presentado por la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de hace 10 años.
Seis comercios colapsaron y 23 sufrieron daños estructurales, así como el viejo muelle marítimo quedó prácticamente quebrado en dos pedazos, el hospital Ricardo Limardo y la cárcel pública.
Los planteles escolares Gregorio Urbano Gilbert (La Reforma), José Dubeau, Antera Mota, José Francisco Peña Gómez y Virginia Elena Ortea sufrieron daños de consideración. Algunas se desplomaron y otras se agrietaron por completo. Los estudiantes de esas escuelas fueron reubicados en colegios para que culminaran el año escolar, por disposición de la secretaria de Educación en ese entonces, Milagros Ortiz Bosch,
Los centros educativos afectados por el terremoto fueron demolidos para dar paso a nuevas estructuras, sin embargo, se criticó que el Gobierno volviera a construir los liceos La Reforma y José Dubeau con prácticas inadecuadas como son: «muros bajos que ocasionan el efecto de columnas cortas y además irregularidades geométricas en planta y en elevación», citó un experto de PNUD.