Francisco, que justo hace una semana salió del hospital tras estar ingresado por una bronquitis, presidió el rito desde un lateral del altar, como ya hizo el año pasado por sus problemas de rodilla, y solo leyó la homilía de esta celebración, que conmemora la resurrección de Jesús.
Siguiendo la tradición de los primeros cristianos, el pontífice también bautizó desde su silla a ocho adultos de Albania, EE.UU., Nigeria, Italia y Venezuela.
En su discurso de un mundo en guerra y en el que a veces «parece prevalecer la ley del más fuerte», pidió no dejarse llevar por los sentimientos de «derrota», con el significado de la Pascua como razón para «no perder la esperanza».
A veces «nos hemos sentido impotentes y desalentados ante el poder del mal, los conflictos que desgarran las relaciones, la lógica del cálculo y la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, el cáncer de la corrupción, la propagación de la injusticia, los vientos helados de la guerra», arrancó el papa.
«Sentimos simplemente el cansancio de seguir adelante con nuestra vida cotidiana, cansados de arriesgarnos en primera persona ante el muro de un mundo en el que parecen prevalecer siempre las leyes del más listo y del más fuerte», prciso .