Que los haitianos decidan

-POR EL DOCTOR RAMON ANTONIO VERAS

No tenemos datos precisos con relación a las fuerzas políticas y sociales enfrentadas en Haití, pero creemos que la crisis haitiana debe ser resuelta por los haitianos, sin intervención extranjera. Que Haití decida su propio destino.

Nos inclinamos reverentes ante la independencia,
autodeterminación y soberanía de los pueblos, sin importar que sean grandes o pequeños; cada uno debe resolver sus asuntos internos sin intromisión.

Los haitianos están en la obligación de ponerse de acuerdo, o continuar en su lucha hasta determinar quién resulta triunfador.

La palabra intervención salida de la garganta de un nacional dominicano con vocación democrática, desagrada, cae algo fastidiosa, genera irritación.

Lo que procede es que en Haití, el proceso siga su curso, hasta ver en qué termina la crisis, y al final, comprobar cuáles fuerzas económicas, políticas y sociales resultan vencedoras.

En Haití, nadie, absolutamente nadie, debe atribuirse el derecho de mediador, indebidamente interpretar la voluntad de las clases sociales en pugna, como tampoco hacer el papel de árbitros o bomberos sociales.

Es considerar al pueblo haitiano como poca cosa, solicitar a
fuerzas militares extranjeras para que lleguen a Haití, a poner orden, como si el pueblo de Haití, no supiera solucionar sus diferendos por la vía que crea de lugar. No subestimemos a un país de mujeres y hombres con una historia hermosa de lucha por la libertad, contra el
racismo, el colonialismo y la esclavitud.

Las dominicanas y los dominicanos sabemos que hay precedentes en América Latina y el Caribe, de que cuantas veces el aparato del Estado de la minoría nacional es agrietado por las fuerzas populares, llega su salvador extranjero a hacer de protector, para así truncar el
proceso que tiene como objetivo llevar a cabo cambios realmente transformadores.

Precisamente en nuestro país, hay un proceso democrático
mutilado, cercenado el 25 de septiembre de 1963, y otro que volvió a ser amputado el 28 de abril de 1965.

Aquel que crea que en Haití se soltaron los demonios, está
totalmente equivocado. A nuestro entender, lo que está ocurriendo en el vecino país es la expresión de una crisis, llevada a un enfrentamiento con especial contenido económico, político y social.