
UN ARTICULO ….
POR EL INGENIERO ALBERTO BENCOSME
La sequía que nos afecta actualmente podría causar que la ciudad de Santo Domingo quede sin agua en 35 días si no llueve, anunciaba el ex director de INAPA el 28 de julio del mes pasado.
El Observatorio del agua considera crítica el nivel de las presas y ordena racionar el agua de los cultivos.
Ahora imaginemos el sombrío panorama de los embalses secos; significaría que habría una escasez de agua potable y de consumo doméstico.
Cuando las distribuidoras del vital líquido ya no dispongan de agua para purificar, la falta de sanidad causaría posibles apariciones de epidemias, el sistema energético prácticamente ya habría colapsado por falta de generación, la delincuencia se incrementaría, las industrias y el comercio quebrarían. Los productos agrícolas se dañarían debido a la ausencia de irrigación, todo esto se traduciría en una debacle económica de magnitudes desproporcionadas e inimaginables.
El uso del agua del subsuelo sería un riesgo de contaminación, por la falta de control del manejo de retretes, etc.
No debemos esperar que esto suceda. Pero hay que planificar y trabajar de inmediato para que no ocurra; evitemos que sectores maquiavélicos estén maquinando negocios para luego proponernos desalinizar el agua del mar al costo que esto implicaría, incluyendo el bombeo. O la aparente ficción de los chemtrails para cuando las cuencas estén desoladas justificar la explotación minera aún no autorizada.
La situación amerita una reflexión seria, para que los funcionarios involucrados en el manejo de los recursos hídricos y del medio ambiente, diseñen un programa de recuperación de las cuencas hidrográficas que aportan sus aguas a las presas o embalses que poseemos, de tal forma que de una manera planificada esas cuencas sean reservas acuíferas de sus respectivas presas para garantizar que estas permanezcan con un volumen adecuado del líquido, sin necesidad de exponer la población a una catástrofe por falta de planificación.
Es imperativo convertir esas cuencas en verdaderos bosques, para prolongar el período de vida útil de esos embalses que se estarían llenando de sedimentos con el fenómeno de la erosión de las montañas como consecuencia de la deforestación y los incendios.
Dejemos la ineptitud, no entreguemos al azar las situaciones de importancia, a la suerte de que llueva! Si bien la educación de la población es de suma importancia para que no se desperdicie el agua; de qué valdría si se agotan los recursos?
La República Dominicana consta de unas 38 presas y embalses que suministran agua para los acueductos, los sistemas de riego de la agricultura, para la generación de energía eléctrica y el control de avenidas o inundaciones. Entre las cuencas hidrográficas de las presas más importantes tendríamos unos 19,241.00 Km2 de área mínima que debemos garantizar estén preñadas de árboles y con un plan de preservación vital y sagrado.
El autor es Ex Director General de CORRAMOCA